Correspondencia #3 (español)

30 Mar 2020
Alfredo Jaar, The Skoghall Konsthall, 2000. Registro de la acción. Cortesía del artista.

A lo largo del año 2020, a través de cartas como ésta, el cuerpo de curadores de la 34ª Bienal de São Paulo hace públicas las reflexiones sobre la construcción de la muestra. Esta tercera carta fue escrita por Jacopo Crivelli Visconti. Traducida al español por Ana Laura Borro.



El plan era sencillo. O parecía sencillo.

Trabajar en una exposición como si fuese un ensayo abierto, mostrando cómo los significados y las interpretaciones se construyen en el tiempo, y cómo el proceso de buscar la afinación entre obras e ideas puede ser tan relevante cuanto el resultado que teóricamente anhela. Y al mismo tiempo, de a poco, dejar claro que ese esfuerzo expandido en el tiempo es también colectivo, porque la afinación es, por naturaleza, un trabajo de relación. Con eso en mente, hace poco más de un mes inauguramos la 34ª Bienal con una performance de Neo Muyanga y una exposición de Ximena Garrido-Lecca. En el tercer piso del Pabellón Ciccillo Matarazzo, las semillas de phaseolos lunatos plantadas por Ximena continúan germinando y creciendo en la obra Insurgências botánicas, pero en silencio. No hay nadie en el Pabellón, el ensayo está suspendido. 

No previmos que la oscuridad de la que hablábamos se haría todavía más impenetrable.  Que la amenaza política y social a la que nos referíamos, simbólica y metafóricamente, de un momento a otro se tornaría también física, a pesar de invisible. Menos aún previmos que esa amenaza podría no ser solamente algo externo, sino algo que cargamos sin saber, sin querer: que nosotros mismos podemos ser la amenaza. Hablando de los pueblos indígenas, Eduardo Viveiros de Castro introdujo hace algún tiempo el concepto de resistencia inmanente: “Hablo de resistencia inmanente porque los pueblos indígenas no pueden no resistir bajo la pena de no existir como tales. Su existencia es inmanentemente una resistencia, lo que se condensa en el neologismo rexistir”. Iba a citar estas palabras en otro texto, en otro contexto. Ahora, hoy, ellas quieren decir algo diferente. Hacer una exposición, como vivir en este mundo, es un trabajo de relación, donde el contexto cambia la manera como sentimos las cosas.

“Mientras toda la nación bailaba y cantaba, delirante de placer por la gran ley de Abolición, el meteorito de Bendegó venía andando lento, silencioso y científico…”.¹ Así describe Machado de Assis, en crónica publicada en la Gazeta de Noticias el 27 de mayo de 1888, el viaje del meteorito del sertón de Bahía hasta Rio de Janeiro, pocos días después de la promulgación de la Ley Aurea, que abolía, finalmente, la esclavitud en Brasil. En su silencio, cerrado en una indestructible coraza de hierro, el meteorito es, desde entonces y aún más después del incendio devastador que en setiembre de 2018 acometió al Museo Nacional de Rio de Janeiro, donde todavía permanece, un símbolo de resiliencia de rara potencia. Es casi natural trazar, como Machado de Assis hizo, un paralelo entre el Bedegó y los pueblos más vulnerables y, a pesar de eso (o por eso mismo), más resistentes. Es casi natural mirar los días que vivimos y entender que para alguno de nosotros el virus es sólo un riesgo más, en un mundo que nos amenaza hace siglos. 

Hablando del Museo Nacional, Viveiros de Castro sugirió en algún momento que permaneciese “como memento mori, como memoria de los muertos, de las cosas muertas, de los pueblos muertos, de los archivos muertos, destruidos en ese incendio”.² La ausencia de vida en la ruina del museo se tornaría, así, la imagen más clara y física de la falta que hace, que ya hacía en el imaginario nacional, en verdad, desde antes de quemarse. Esa sugerencia recuerda una acción realizada, en 2000, por Alfredo Jaar, que propuso erigir un centro cultural en la ciudad de Skoghall, en Suecia, que hasta entonces nunca había poseído uno. La Konsthall fue construida en papel, por estar en medio de un área de intensa producción de celulosa. Un día después de su inauguración, conforme planeado, el edificio fue quemado. La ausencia del centro cultural se tornó tangible; su falta se convirtió, de repente, un asunto urgente, que los habitantes pasaron a discutir casi violentamente.

Entre las piezas del Museo Nacional que sobrevivieron al incendio, mi preferida es un fósil pequeño y rosado. Imagino que no tenga valor científico particular, y quizá no llame tanto la atención como otras piezas de la colección. Lo que lo torna extraordinario es lo que pasó en el incendio: el calor rompió la piedra, destruyendo el fósil listado en el catálogo del museo; pero, al romper esa camada, hizo aparecer otro fósil, que estaba escondido por la propia piedra, aprisionado en ella por un tiempo inimaginable. Puede haber belleza en la resistencia del hierro, pero también la hay en la insospechada vulnerabilidad de la piedra. Puede haber poesía en la tragedia. 

En una tierra desolada, necesitamos de fragmentos para apuntalar nuestras ruinas. Podrán venir de la filosofía, del arte, de la música, de la poesía, de la literatura, del cine. Pero también de los ejemplos cotidianos de coraje y resistencia que se multiplican por todos lados, o de los que por siglos fingimos no ver. Édouard Glissant recuerda constantemente como sociedades y culturas creolizadas, infinitamente más fascinantes que las culturas “de raíz única”, nacieron de la violencia brutal de la esclavitud y del desplazamiento forzado de millones. La fascinación de esas culturas no justifica, ni del punto de vista histórico ni humano, lo que las hizo nacer; pero es, sin embargo, su momento vivo, la celebración de la relación que fertiliza y hace fructificar. Alain Badiou, respondiendo de cierta forma a los que afirman que es imposible hacer filosofía luego del Holocausto, declaró que siempre vio como “una victoria del enemigo tener que considerar la metafísica, o la filosofía, imposibles por cuenta de ese único acto mortal y catastrófico. La manera de libertarse de la dictadura de la catástrofe es, en mi visión, muy sencillamente decir: ‘podemos continuar’”.³

Podemos continuar. Y continuaremos. 



¹ Disponible en http: http://letterabrasilis.blogspot.com/2013/02/o-meteorito-de-bendego-no-brasil.html. Acceso: 26 feb. 2020. (Traducción propia)

² Entrevista de Eduardo Viveiros de Castro para el diario Público el 4 set. 2018. Disponible en: https://www.publico.pt/2018/09/04/culturaipsilon/entrevista/eduardo-viveiros-de-castro-gostaria-que-o-museu-nacional-permanecesse-como-ruina-memoria-das-coisas-mortas-1843021. Acceso: 20 mar. 2020.

³Alain Badiu; Giovanbattista Tusa. Da la fin: conversations. Sesto San Giovanni: Éditions Mimésis, 2017.

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